El pasado fin de semana se celebró la edición número 73 del Juego de las Estrellas de la NBA, en esta ocasión en el Lucas Oil Stadium de Indianápolis, y a mi juicio apenas se rescatarían dos aspectos positivos, uno es la impresionante cancha LED que se estrenó en el evento y el otro sería el duelo entre Stephen Curry y Sabrina Ionescu lanzando desde la línea de tres puntos, lo demás resultó absolutamente olvidable. Por más que Adam Silver, comisionado de la NBA, intente concebir un partido real entre los mejores y más populares jugadores de baloncesto que participan en la liga estadounidense, lo cierto es que desde hace varios años el espectáculo ofrecido no es digno para el público, porque no se advierte competencia o rivalidad entre los que están jugando.

Last weekend was held the 73rd edition of the NBA All-Star Game, this time at Lucas Oil Stadium in Indianapolis, and in my opinion there were only two positive aspects, one is the impressive LED court that was premiered at the event and the other would be the duel between Stephen Curry and Sabrina Ionescu shooting from the three-point line, the rest was absolutely forgettable. As much as Adam Silver, NBA commissioner, tries to conceive a real game between the best and most popular basketball players participating in the American league, the truth is that for several years the show offered is not worthy for the public, because there is no competition or rivalry between those who are playing.

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A diferencia del Juego de las Estrellas de la MLB, donde el equipo ganador tiene derecho a abrir la Serie Mundial en su liga, en la NBA la victoria en el partido resulta intrascendente, de allí que no se advierta esfuerzo por ganar, más allá del lucimiento personal de quienes fueron invitados a la fiesta. Para tener una idea del nivel de lo ocurrido se indica que entre ambos equipos, Este y Oeste, anotaron 397 puntos, cifra récord de un Juego de Estrellas, también lo es el marcador de 211 para los ganadores que fueron los de la conferencia del Este, quienes encestaron 42 triples. Por parte de los vencidos, que anotaron 186 puntos, Karl-Anthony Towns contribuyó con 50 puntos, 31 de ellos en el último cuarto, otro registro histórico en este tipo de evento. Ni hablar de las imágenes que le muestran anotando sin ninguna oposición.

Unlike the MLB All-Star Game, where the winning team has the right to open the World Series in its league, in the NBA the victory in the game is inconsequential, hence there is no effort to win, beyond the personal happiness of those who were invited to the party. To get an idea of the level of what happened, both teams, East and West, scored 397 points, a record number for an All-Star Game, as well as 211 points for the winners of the Eastern Conference, who scored 42 three-pointers. On the part of the defeated, who scored 186 points, Karl-Anthony Towns contributed 50 points, 31 of them in the last quarter, another historical record in this type of event. Not to mention the images showing him scoring without any opposition.

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La mayoría de los asistentes no quedó conforme con el show, durante el fin de semana fueron evidentes los pitidos y rechiflas contra el protocolo que se organizó. Se prometió que lo ocurrido en Salt Lake City el año pasado no volvería a ocurrir y así fue, esta edición fue peor, dejando muy mal parada a una organización que no encuentra una fórmula para generar un mayor interés en los jugadores. La defensiva fue tan deficiente, o inexistente, que apenas se pitaron tres faltas durante todo el partido, lanzamientos iban y venían sin oposición creando la sensación de una pantomima más que de una confrontación porque el dueño del balón corría de cancha a cancha y en medio del caos anotaba a su antojo. Lejos quedaron aquellos partidos donde los jugadores y técnicos se esforzaban para determinar quiénes eran las verdaderas estrellas entre los mejores, lo del domingo fue más digno de una exhibición o de una práctica entre amigos que de un duelo deportivo.

Most of the attendees were not satisfied with the show, during the weekend the whistles and boos against the protocol that was organized were evident. It was promised that what happened in Salt Lake City last year would not happen again and so it did, this edition was worse, leaving a very bad impression on an organization that cannot find a formula to generate more interest in the players. The defense was so deficient, or nonexistent, that only three fouls were called during the entire game, shots came and went unopposed creating the sensation of a pantomime rather than a confrontation because the owner of the ball ran from court to court and in the midst of the chaos scored at will. Gone were those games where players and coaches struggled to determine who were the real stars among the best, Sunday's game was more worthy of an exhibition or a practice among friends than a sporting duel.

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Cierto es que a los jugadores no se les puede exigir jugar como lo hacen regularmente, pero tampoco es digno del público observar semejante displicencia a ambos lados de la cancha. Todos fueron a divertirse, a no lesionarse, a descansar, a lucirse ante las cámaras, de allí que la competencia no existió. La NBA está en problemas porque sus ejecutivos no tienen idea de cómo darle vida a su Juego de las Estrellas ni a la agenda previa porque lo ocurrido el sábado tampoco resultó muy alentador. La representación de los Pacers de Indiana ganó el concurso de habilidades y Damian Lillard se impuso en el concurso de tres puntos, aquí hubo cierta emoción por la definición, sin embargo, el público advirtió que en el desafío Stephen-Sabrina se exhibió un mayor nivel de precisión. Una vez que se definió la particular competencia entre los bases de los Golden State Warriors y New York Liberty respectivamente, llegó el turno de las volcadas, clavadas o mates, el que por tradición es el concurso más esperado.

It is true that the players cannot be expected to play as they regularly do, but it is not worthy of the public to observe such lack of interest on both sides of the field. They all went to have fun, not to get injured, to rest, to show off for the cameras, hence the competition was non-existent. The NBA is in trouble because its executives have no idea how to spice up their All-Star Game or the schedule leading up to it because what happened on Saturday was not very encouraging either. The representation of the Indiana Pacers won the skills contest and Damian Lillard won the three-point contest, here there was some excitement for the definition, however, the public noticed that in the Stephen-Sabrina challenge a higher level of accuracy was exhibited. Once the particular competition between the point guards of the Golden State Warriors and New York Liberty respectively was defined, it was time for the dunk contest, which is traditionally the most awaited contest.

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Pero otra vez los abucheos y la disconformidad se hicieron sentir no solamente ante la falta de creatividad de los participantes sino también por la calificación que los jueves concedían a Jaylen Brown en perjuicio de Mac McClung. Lo sorprendente de esta situación es que han transcurrido ocho años desde que Zach Lavine y Aaron Gordon se enfrentaron y todavía sus actuaciones no han podido ser superadas y lo digo porque en la publicidad para el NBA Dunk Contest se recurre a la memoria y los archivos para generar expectativas, saltan las imágenes de Dominic Wilkins, Michael Jordan, Spud Webb, Vince Carter, Dwight Howard y Blake Griffin, hasta llegar a la edición de 2016. A partir de allí es como si nada relevante hubiese ocurrido. Para tener una idea de lo que estaba pasando ahora, McClung fue invitado el año pasado, a pesar de jugar en la G-League, y logró ganar la competencia, lo que era una novedad porque aún no había debutado en la NBA, aunque compitió con una franela de los 76s de Filadelfia, equipo con el cual luego participó en apenas dos partidos antes de ser dejado en libertad. Este año lo llamaron de nuevo y acudió para defender su título, aunque seguía en la G-League con los Magic de Osceola, McClung volvió a ganar y a enviar el mensaje de que los más acrobáticos y ágiles al hundir un balón no estaban en la NBA o al menos no les interesa competir. Es complicado de digerir cuando un evento de estrellas de la NBA necesita ayuda de la G-League y de la WNBA para seguir respirando.

But again the booing and dissent was felt not only at the lack of creativity of the contestants but also at the rating that Thursdays awarded Jaylen Brown to the detriment of Mac McClung. The surprising thing about this situation is that eight years have passed since Zach Lavine and Aaron Gordon faced each other and still their performances have not been able to be surpassed and I say this because in the advertising for the NBA Dunk Contest they resort to memory and archives to generate expectations, images of Dominic Wilkins, Michael Jordan, Spud Webb, Vince Carter, Dwight Howard and Blake Griffin jump out, until reaching the 2016 edition. From there it's as if nothing relevant happened. To get an idea of what was happening now, McClung was invited last year, despite playing in the G-League, and managed to win the competition, which was a novelty because he had not yet made his NBA debut, although he competed with a Philadelphia 76s flannel, a team with which he then participated in just two games before being released. This year he was called back and came to defend his title, even though he was still in the G-League with the Osceola Magic, McClung won again and sent the message that the most acrobatic and agile sinkers were not in the NBA or at least not interested in competing. It's hard to stomach when an NBA all-star event needs help from the G-League and WNBA to keep breathing.

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