Opinión | La Vinotinto jugó un bello partido
La Vinotinto
El 15 de junio del 2013 un gol de Edinson Cavani bajó el telón de Cachamay. Fue el único de esa noche; aquel efímero tanto acabó con las posibilidades (no matemáticas, pero sí anímicas) de Venezuela para clasificar al Mundial de Brasil. Dicha derrota la tengo presente en mis memorias; principalmente porque aquella también fue la última vez que creí que la Vinotinto podría llegar al certamen que, en toda su historia como selección, le ha esquivado. Sin embargo hoy, pasada la embriaguez de la emoción luego del valioso punto rescatado en suelo brasileño, nuevamente creo que es posible.
Mientras escribía esto, me planteé si el recuerdo de la eliminación sería una buena forma de iniciar estas líneas donde, por hoy, toca celebrar; llegué a la conclusión de que sí y espero ser capaz de explicarme bien en los siguientes párrafos.
Como tal, este era un artículo en el que escribía estrictamente sobre el compromiso, su desenlace y los pensamientos finales del mismo. Pero me resultó imposible dejarlo así y no desviarme hacia el meloso sentimentalismo. Ese que parte del opaco fuego fatuo que representa a la latente esperanza (cada vez más) de que un objetivo pueda alcanzarse, y que ha salido a relucir y, por lo que he podido observar por medio de las redes sociales y su entorno fubolístico, el sentimiento se generalizó en la fanaticada. Esto, por supuesto, no ha de verse como algo inusual. «Goles son amores» reza el refrán, y con goles como el de Eduard Bello es difícil no enamorarse.
No obstante, sería injusto de mi parte resumir el trabajo logrado por el 'Bocha' Batista y sus dirigidos en un gol que, para bien o para mal, en los anales del tiempo será tan efímero como el antes mencionado fatídico tanto de Cavani; y espero que con esto se entienda que mi intención tampoco es restarle mérito a la hazaña de Bello.
Por el contrario, soy consciente de lo importante que esto es, no por el gol en sí, sino por lo demás que se consiguió antes de batir la portería brasileña: Esta Vinotinto recuperó la actitud. Tal parece para un servidor (y claro, eso es solo un comentario personal) que, entonces, el hecho de que el fanático vuelva a creer en esta selección el solo una consecuencia del síntoma original, que no es otro más que el que se manifiesta en el jugador que volvió a creer que puede alcanzar más; superar, permitiéndome el término, el conformismo deportivo. Eso se vio en el campo, plasmado en 90 minutos de eventos inusuales que disfruté como nunca antes.
Si tuviera que darle un nombre a lo que eventos inusuales significa, refiriéndome en concreto al duelo contra Brasil, sin dudas diría "Alexander González". Lo del lateral derecho fue una noche excelsa; no siempre se tiene la oportunidad de ver a un jugador de la liga local venezolana anulando en el cotejo a una de las estrellas del Real Madrid. El del Caracas FC venía siendo el mejor del cuadro vinotinto en lo que va de eliminatorias, y de qué manera lo reafirmó. Asimismo, la labor de otros criollos en el campo mejoró sustancialmente.
La Vinotinto
Por ejemplo, Tomás Rincón, el capitán, quien recibió fuertes críticas en fechas anteriores, brilló como uno de los mejores ante el pentacampeón del mundo; la faena de Rafa Romo en el arco fue impecable; y me gustaría destacar un caso puntual, que creo que servirá para entender las dimensiones del valor de este empate: Jefferson Savarino. El zuliano, que ingresó en el complemento, no tenía su mejor noche; sin embargo todo esbozo de duda en él se difuminó luego del centro que partió de su botín y acabó en el gol del empate. Un empate que, me permito insistir, vale muchísimo.
Venezuela cayó en el amanecer del segundo tiempo (un traspié que sigue ocurriendo y es necesario corregir), como tantas otras veces, pero en esta ocasión hubo una excepción. La selección tuvo ese algo de lo que generalmente carece y reaccionó. Entendiendo sus carencias, pero sin replegarse totalmente contra el arco, ni percibiéndose inferiores, Batista hizo jugar a este equipo de una forma que mis ojos no veían desde hace años. La Vinotinto jugó un bello partido, y se celebra. No obstante, desde ya es necesario superar la euforia, puesto que todavía quedan 15 finales por disputar. La próxima será en casa ante un Chile que acostumbradamente ha amargado las aspiraciones futbolísticas venezolanas (y esta vez le urge puntuar). Contra este rival directo es necesario que los tres puntos se queden aquí.
La Vinotinto
Juan Pavón Antúnez
Particularmente creo, que esta victoria es una gran inyección de creencia y autoestima en todo el plantel, y me animo a decir, en todo el pueblo fubtolístico venezolano.
Todas las que vendrán, serán finales y contra Chile, no será la excepción. En mi modesto parecer, creo que van por buen camino.
Gracias por traer contenidos de calidad al feed de la comunidad.
Me gusto, en demasía la miniatura. ¡Genial!
Saludos.
¡Saludos! Ahora con la victoria ante Chile, seguramente la inyección de creencia incrementó la dósis. 😅
Se reafirma, además, que la Vinotinto, en efecto, va por buen camino.
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¡Hola colega! Me gustó mucho tu crónica personal sobre el partido. Siempre he tenido la impresión de que la selección de Venezuela tiene mucho más potencial en el campo de lo que muestra habitualmente. Cuenta con jugadores muy talentosos y siempre he notado que ponen mucha valentía en cada partido. Me alegró mucho que mencionaras que la afición ha recuperado la confianza en el equipo, ya que creo que esto es fundamental para el éxito de la selección. Aún queda mucho por recorrer en estas clasificaciones y estoy seguro de que la vinotinto no disminuirá el ritmo y logrará clasificar para el deleite de esa gran afición. Saludos desde Cuba.
La relación entre fanático/equipo siempre es complicada; generalmente el fanático es incondicional, pero ante las vicisitudes recientes de la Vinotinto, dicha incondicionalidad se vio trastocada. Creo que, de a poco, se ha ido recuperando. ¡Saludos!
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