Mi informe de Actifit: abril 10 2025

Después de clases, me tomé la libertad de capturar algunos momentos con mi cámara en la universidad. La naturaleza que rodea esta institución es realmente impresionante, ya que nos encontramos relativamente cerca de una majestuosa montaña que domina el paisaje con su imponente presencia. Este entorno privilegiado no solo ofrece vistas espectaculares que parecen sacadas de un cuadro, sino que también alberga una rica biodiversidad que convierte cada recorrido en una experiencia única y memorable. Durante mi paseo, tuve la suerte de cruzarme con varios animales en su hábitat natural: monos juguetones que se movían con agilidad entre los árboles, iguanas reposando tranquilamente bajo los rayos del sol, y hasta alguna serpiente que se deslizaba sigilosamente entre la vegetación, recordándome lo fascinante y misteriosa que puede ser la vida silvestre.

Explorar estos espacios me hizo reflexionar sobre lo afortunados que somos al estar rodeados de tanta belleza natural. Sin lugar a dudas, la naturaleza es una obra de arte viva que merece ser apreciada desde todos los ángulos y en cada detalle. Detenerse un momento para contemplarla no solo enriquece nuestra vista con colores vibrantes y formas armoniosas, sino que también calma el espíritu y nos conecta con algo más grande, algo que trasciende la rutina diaria y nos invita a valorar el mundo que nos rodea. Respirar aire fresco mientras se camina por los senderos cubiertos de hojas y flores le da un toque especial al día, como si cada paso fuera una invitación a desconectar del bullicio y reconectar con uno mismo.

Además, el sonido de los pájaros cantando, el susurro del viento entre las ramas y el crujir de las hojas bajo mis pies crearon una sinfonía natural que llenó mis sentidos de paz. Cada rincón parecía tener su propia historia; desde los árboles centenarios que han sido testigos del paso del tiempo hasta las pequeñas flores silvestres que brotan tímidamente entre las rocas. Todo esto me hizo sentir una profunda gratitud por este pequeño oasis en medio de la rutina académica, un espacio donde puedo escapar del estrés y encontrar serenidad.

A medida que avanzaba por los senderos, me di cuenta de lo importante que es cuidar estos espacios naturales. Son refugios no solo para la fauna y flora, sino también para nosotros mismos, pues nos ofrecen un lugar donde podemos recargar energías y encontrar inspiración. Cada fotografía que tomé fue un intento de capturar esa magia indescriptible, ese momento efímero en el que todo parece estar en perfecta armonía. Sin duda, estos instantes me recordaron lo esencial que es dedicar tiempo a apreciar la naturaleza y permitirnos ser parte de ella, aunque sea por unos minutos al día.